Sí, era una imagen que apareció entre sueños. Poderosa. Una imagen suelta, como una fotografía suelta en medio a otras en un cajón lleno de fotos antiguas. Sin antes ni después. Dos leones grandes en un pequeño balcón de alguno de los edificios viejos del ensanche barcelonés. Todo sepia: los leones, la fachada del edificio, la barandilla cobreada. Una imagen envejecida. Me despierta. No me pregunto qué significa, sino qué hacen allí. A quién se le ocurre poner a dos leones africanos adultos en un balcón? Me digo que es una imagen imposible, que ni siquiera caben en el espacio reducido, uno esta adentro, es decir, afuera, el otro está tratando todavía de salir, tiene mitad del cuerpo salido, la otra mitad no la pude ver. Buen título, para qué? Leones en el balcón. Entiendo al fin. Sólo la literatura pudo ponerlos allí. Es fácil, a ver: hay dos leones en un balcón. Nadie lo duda. Tú me lees. Ahí están. Bellos. Del color de las arenas del desierto, al sol, tras las rejas de un pequeño balcón tal vez sobre Balmes, entre València y Aragó, dos leones enormes y africanos en un balcón barcelonés.
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